domingo, 16 de octubre de 2011

VIII subida al Picu Pienzu

Suena el despertador a las 6 de la mañana, como es habitual el cuerpo se niega a despertar y sólo de pensar en la carrera hace que sea difícil espabilarse. Ritual de desayuno y coche hacia Arriondas.
La previsión del tiempo es buena pero ya me esperaba la consabida niebla mañanera. La temperatura, fresca, 9 grados, así que forro polar hasta empezar a calentar.
Llego a Arriondas y después de coger el dorsal busco algo abierto para el cafetín de antes de la salida.
Un poco de trote por el Parque de la Llera, saludos a los conocidos y a estirar mientras terminan de instalar el arco de salida.
Casi a las 9:30 un pequeño briefing sobre la carrera, los nervios habituales antes de empezar y a la hora prevista el pistoletazo de salida.
Los dos primeros kilómetros son de asfalto hasta conectar con el sendero, así que el ritmo es alto. Anque no me gusta salir rápido me dejo llevar por el grupo mirando de reojo el pulsómetro; no quiero pasarme de pulsaciones y pagarlo más adelante.

Se nota el fresco y los brazos se llenan de gotitas de rocío, aunque una vez que coges temperatura no está tan mal.
Nos metemos ya en harina y las primeras rampas por el camino te cortan el ritmo del asfalto, así que un poco de CACO y a dosificar.
Vamos entre castañeros sonre una alfombra de hojas y erizos, en un ambiente de bosque encantado, con sube-bajas más o menos llevaderos.
Llegando a la zona del Cotaraxu, nos encontramos con un tramo un pelín complicado, ya que es una zona de ladera, estrecha y con piedra húmeda, que te obliga a bracear para mantener el equilibrio. No interesa retorcer aquí un tobillo, así que de momento a no arriesgar.
Llegamos a Cofiño, primer avituallamiento, un poco de agua y fruta y a seguir hacia arriba con los ánimos de los vecinos, todavía entre la niebla.
Empezamos a subir por las laderas de la Peña Corvera por un sendero empedrado que todavía resbala, pero poco a poco abandonamos la niebla y podemos disfrutar del espectáculo del mar de nubes.

En la subida nos encontramos con gente animándonos, lo que se agradece un montón.

El sol ya calienta, aunque lo llevamos a nuestras espaldas y no molesta tanto. Vamos llegando al siguiente avituallamiento, justo antes de la subida al Pienzu.
Ya vemos la cruz de la cima y la fila de corredores de camino a ella, je, no queda nada!!!
Vale más no mirar hacia arriba y concentrarte en tus pasos, izquierda-derecha y un-dos, paciencia.

Ya en el puesto de avituallamiento repongo las reservas de combustible y comienzo a ascender el último tramo hasta la cima.

Ya veo de bajada al primero de los clasificados (el recorrido de ida y de vuelta es el mismo, así que el cruce es inevitable). Un poco más tarde el segundo y más adelante el cruce con corredores es continuo. En algunos sitios hay peligro de "colisión" entre el que baja a tumba abierta y el que sube justito de fuerzas.
Últimos metros antes de la cima, aprieto los dientes y a sufrir...
Ya arriba, un poco de agua, un ligero estiramiento, un vistazo al entorno y hacia abajo.
El descenso lo hago a buen ritmo y voy arriesgando un poco más a medida que alcanzo a otros corredores. Esto me hace tropezar un par de veces y me juego probar el suelo, aunque libro en todas ellas. Lo que más me preocupa es que los gemelos me hacen amago de subirse en cuanto el terreno pica un poco hacia arriba, así que en el siguiente puesto tomo doble de plátano y un gel.
El plan va según lo previsto: cima entorno a las dos horas y otra prevista para bajar y hacer la carrera en 3 horas.
Van pasando los kilómetros y llego de nuevo a Cofiño, donde paro nada más que para beber un vaso de agua. Paso de nuevo por la zona de Cotaraxu, con cuidado y ya a tope hasta la carretera.
Sigo alcanzado a corredores y eso me motiva más, así que aprieto ya a tope hasta la meta.
Tengo a dos más a tiro en el último kilómetro pero ya no doy más así que mantengo el ritmo y entro en meta por debajo de las tres horas, cumpliendo el objetivo.
Me tiro en el cesped para recuperar el aliento y estirar, bebo un poco de agua mientras siguen llegando corredores, luego una ducha y como nuevo.
Una carrera dura, más por el ritmo que se impone que por el desnivel en sí, pero con un paisaje increíble sobre todo si el día es como el que nos acompañó.
Agradecer a Miguel Trankos, Xente correndera y al Gaiteru por las fotos.