domingo, 2 de octubre de 2011

V maratón xtreme LAGOS DE COVADONGA

Ya han pasado unos días desde el domingo y con las rodillas todavía doloridas sigo disfrutando en mi mente de los paisajes de los Lagos  de Covadonga, que con el día de sol que nos acompañó hacían que los kilómetros no pesaran.
Aunque ya se preveía el madrugón, el cuerpo no está para chistes cuando le dices a las 4 de la mañana que hay que ponerse en marcha. Me levanto con el piloto automático puesto y ya duchado voy preparando un café para espabilar. Una buena ración de hidratos, último repaso a la mochila y a las 5 salgo para Cangas de Onís. Una hora escasa de coche y llego a la plaza del ayuntamiento, donde ya están repartiendo los dorsales.
Una densa niebla hacía presagiar que el día iba a ser soleado, aunque a esas horas el fresquillo se te metía hasta la médula.
Recojo el dorsal y la bolsa del corredor y voy en busca de una buena ración de cafeína, pero cuál es mi sorpresa, no hay nada abierto, buff, me voy a quedar sopa!!!.
Monto en el bus que nos llevará a la zona de salida en el Repelao; algunas caras conocidas y bastantes acentos de otras regiones, gallegos, leoneses, cántabros; la prueba ha tenido éxito pallá del Huerna...
Llegamos al Repelao y ya hay bastante gente combatiendo el frío y los nervios con pequeñas carreras y estiramientos. MILAGRO, se abre el pequeño bar y me apresuro a coger sitio, necesito ese café. Tras una media hora rondando al camarero por fin el premio. Casi me quemo la boca pero el efecto es inmediato (supongo que más psicológico que químico). Ahora a calentar y a esperar el momento de la salida.


Ya son casi las 8, empieza a clarear, la música y el speaker van animando el tema y ya sobra el cortavientos; unos estiramientos matanervios y a la línea de salida: salimos y como es habitual los máquinas salen como almas que lleva el diablo; queda mucha carrera por delante así que comienzo con un trote cómodo hasta llegar al inicio de la subida a la Cruz de Priena; todos en fila de a uno y una pequeña cola para entrar en el sendero.
Todavía hay niebla y los flashes de las cámaras parecen relámpagos. Las primeras rampas a paso ligero y todos en fila, casi no hay sitio para adelantar o apartarse. A los pocos minutos superamos en nivel de la niebla y pudimos disfrutar de las torres de la basílica de Covadonga asomando como islas; una parada rápida para una foto bien merece la pena:

Una vez superados los más de 500 m de desnivel en poco más de 2 km llegamos a la Cruz de Priena y comenzamos a crestear en dirección sureste hacia la huesera. El terreno está bastante bien para lo que llovió días atrás, aunque algo resbaladizo por el rocío en las zonas de piedra, pero las piernas están frescas y los resbalones se salvan con soltura. Cruzamos la carretera y nos dirigimos hacia la Vega de Comeya por la pista, después de una breve parada en el primer avituallamiento.

Comienza a dejarse sentir Lorenzo, casi de frente y ya me voy mentalizando con el calorcín que me va a acompañar toda la carrera:


Salimos de la pista y campo a través llegamos a la Vega de Comeya; menuda vista, el paisaje es impresionante:



Cruzamos la vega por la pista y el agua nos llega casi por la rodilla, está fría, pero es mejor eso que hundirse hasta el cuello en la turbera que nos espera a los lados. Aquí el gore tex no vale.
Enfilamos la subida al túnel de las minas de la Buferrera y llegamos por fin a la zona de los lagos. Los turistas que pululan por los senderos nos animan y ya se ve el siguiente avituallamiento al lado del lago Ercina.


Tras dos horas de carrera las sensaciones son bastante buenas y procuro dosificarme en vez de cebarme en los llanos de los lagos, hay que subir a la Porra de Enol y bajar a Covadonga y de allí todavía quedan 18 km a meta!!!
El entorno es magnífico, los senderos no presentan gran dificultad y puedes disfrutar de reojo del paisaje, aunque siempre pendiente de donde pisas.
Bordeando el pico Mosquital vemos ya la silueta de la Porra de Enol, cumbre del recorrido con 1270 m, la subida caminando por supuesto pero con vistas a acelerar un poco en la bajada.


Sobre nuestras cabezas el helicóptero de la Guardia Civil que ya es habitual en las carreras de montaña. Últimos metros antes de la cumbre y aprovecho para sacar una panorámica antes de enfocar la bajada junto con otros dos compañeros:


Voy detrás tanteando el estado del terreno y una vez pasada la zona más resbaladiza adelanto en un tramo de tierra suelta. Procuro no acelerarme mucho tras dos avisos en forma de patinazo. Ya en la zona de pradería que nos lleva a Fana suelto un poco las piernas y mantengo un ritmo que me permite ir adelantando corredores:


La bajada es larga, más de 6 km y lo peor está al final, llegando a Covadonga el suelo está muy resbaladizo, sobre todo en la zona de la Vega de Orandi, el empedrado es un peligro y hay que poner los 5 sentidos para no retorcer un tobillo o irse al suelo. Pasada esta zona se oyen ya las campanas de la basílica y tras un descenso en zigzag a través de una zona boscosa por fin Covadonga. Tras una parada en el avituallamiento para reponer fuerzas y bajar pulsaciones de nuevo en marcha tras 4 horas de subebajas:


Saliendo de Covadonga por el parking de autobuses iniciamos una dura y larga subida, sobre todo a estas alturas, por una pista que nos llevará de nuevo a más de 700 m de altitud.

El sol aprieta en las zonas despejadas y me estoy quedando sin agua en la camel y encima, en el  siguiente puesto se acabó el agua...buff, nunca me supo peor el aquarius, y más cuando acababa de tomarme un gel contando con beber un par de vasos de agua.

Las piernas ya empiezan a protestar y para "calmarlas" nada mejor que una buena zona de barro pegajoso que no te deja avanzar y que quiere quitarte las zapatillas a modo de peaje.

Entorno al km 30 empiezo a sufrir mi momento psicológico: el ritmo se atasca incluso en las bajadas, empiezo a contar los km que faltan, a preguntarme qué hago aquí, ya no disfruto del paisaje y las piernas ponen quejas oficiales al cerebro. Ya lo he vivido antes y sé que unos km más allá, si no cedo a las protestas, teniendo los deberes hechos en el tema de hidratación y combustible, la cosa remontará.

Así es, llegando a la última gran subida, a las antenas sobre Cangas, vuelvo a encontrar un ritmo cómodo y una vez arriba, a "sólo" 8 km de meta, me lanzo a un descenso ya sin contemplaciones. El terreno tiene mucha piedra suelta y es muy revirado pero me concentro y saco una buena  media.

Llego a una zona de bosque en la que me encuentro con otro compañero y sorteamos juntos una zona de castaños, con gran cantidad de ramas, en la que ambos probamos el suelo, aunque sin mayores consecuencias.

Por fin la pista que nos conduce a Cangas, ya se oye la megafonía de la meta, gente animándote, los últimos metros ya por las calles y con una gran sonrisa en la cara, ya que vamos a terminar y además dentro del tiempo establecido; la sensación es fantástica, el reto se ha conseguido.

Tras cruzar la meta, un poco de isotónica, chocolate y unos estiramientos mientras comentamos con los compañeros las anécdotas de la carrera. Un masaje, una ducha y a pensar en el siguiente reto.