Este pasado domingo nos animamos a probar una ruta de montaña que ya llevaba tiempo en mi punto de mira, la circular al Monsacro.
Gracias a una despedida de soltera esta vez tengo compañía y ya se va apuntando cada vez más gente a esto de correr por el monte. Al final nos juntamos los tres mosqueteros y un par de canes...
Quedamos a las 9:00 para repasar la ruta y pertrechados con agua y algo para comer (barritas, dátiles y algún gel) salimos para Santa Eulalia.
El día está muy gris y amenaza lluvia, llevamos chubasqueros pero confiamos en que no descargue sobre nosotros el diluvio del sábado (me acuerdo de algún participante de los 10.000 del soplao y casi que me alegro de no haberme apuntado esta año...).
Empezamos; tomamos la pista que nos lleva hasta Peñanes en constante subida, que nunca viene mal para acabar de despertar. Mucha cháchara y ritmo lento, a lo latino, suavesito mami, que queda mucho camino....
Coronando en Peñanes iniciamos un descenso por caleyas y carreteras, pasando por Rozaes, Villar, Les Vegues y por fin, en el Molín de la puente volvemos a pisar pista y sendero. Ya nos encontramos una buena cantidad de barro que hace juguetona la marcha.
Con salida y llegada en Santa Eulalia de Morcín, la ruta rodea al Monsacro a lo largo de unos 21 km con un desnivel acumulado de unos 2.250 m.
Gracias a una despedida de soltera esta vez tengo compañía y ya se va apuntando cada vez más gente a esto de correr por el monte. Al final nos juntamos los tres mosqueteros y un par de canes...
Quedamos a las 9:00 para repasar la ruta y pertrechados con agua y algo para comer (barritas, dátiles y algún gel) salimos para Santa Eulalia.
El día está muy gris y amenaza lluvia, llevamos chubasqueros pero confiamos en que no descargue sobre nosotros el diluvio del sábado (me acuerdo de algún participante de los 10.000 del soplao y casi que me alegro de no haberme apuntado esta año...).
Empezamos; tomamos la pista que nos lleva hasta Peñanes en constante subida, que nunca viene mal para acabar de despertar. Mucha cháchara y ritmo lento, a lo latino, suavesito mami, que queda mucho camino....
Coronando en Peñanes iniciamos un descenso por caleyas y carreteras, pasando por Rozaes, Villar, Les Vegues y por fin, en el Molín de la puente volvemos a pisar pista y sendero. Ya nos encontramos una buena cantidad de barro que hace juguetona la marcha.
El camino se corta ante una portilla con candado así que toca sacar el plano y decidir. Nos liamos un poco y nos echamos literalmente al monte hasta que la maleza nos hace cambiar de estrategia: ahora a saltar sebes...
Tras atravesar unos cuantos "praos" con sus respectivas sebes y aprovechando los senderos, salimos por fin a la base de la cara sur del Monsacro, en Viapará. Aquí ya no hay pérdida posible y mientras reponemos fuerzas decidimos porqué canal subimos a la zona superior.
Mientras tanto un buen número de buitres nos sobrevuelan. Alguien les ha dejado la comida a pie de senda y el bufette libre está a rebosar. La verdad es que verlos tan de cerca impresiona, porque alguno supera los 2 m de envergadura. Y todo al lado de casa, es lo bueno del Paraíso Natural....
Ascendemos por una de las canales, con el camino bien marcado con pintura azul, y ya arriba decidimos desviarnos y hacer cumbre.
Tras dar de beber a los perros y reponer también nosotros algo de energía, comenzamos a bajar hacia las capillas para luego tomar la pista que nos dejaría en el pueblo de Otura. Ahora, casi todo cuesta abajo, el ritmo se hace más ligero.
Tras cruzarnos con un montón de gente en la parte final del descenso (alguna excursión...) llegamos a Otura y tomamos el sendero que bordeando la escuela de escalada nos llevaría al repetidor de televisión desde el que disfrutamos de unas magníficas vistas de la Foz y de la Puente.
Descendemos rápidamente, aunque con cuidado (el sendero está bastante húmedo y patino un par de veces y no es plan de lesionarse antes del Pienzu), y llegamos a la Collá, desde donde regresamos a Santa Eulalia, ya por carretera. Este tramo se hace algo duro porque las piernas vienen ya algo tocadas y la bajada por el asfalto es larga y bastante empinada.
Llegamos por fin a Santa Eulalia y tras estirar un poco nos desprendemos del magnífico "barro terapéutico" del Monsacro, que te deja la piel como la de un bebé (la piel no sé, pero la sonrisa que se nos quedó sí que era de guaje!!!)